Nos vamos a sumergir en un pueblo,
un pueblo de hace más de 2500 años, el cual con sus destacadas habilidades fue
capaz de ganarse un cupo en la historia de la humanidad pero principalmente en
la historia del derecho, puesto que, más allá de que el derecho romano sea el
origen del derecho contemporáneo, el origen del derecho romano radica en la
cultura etrusca, en este pueblo que de múltiples maneras contribuyó al
desarrollo de las leyes aún vigentes, colaboraron en eso y también aportaron a
la ingeniería.
Sus
orígenes aún no están establecidos, surgen muchas teorías mas ninguna ha sido
claramente aceptada o ratificada, su economía era variada, pero fueron sus
alianzas con otros pueblos las que hicieron que esta cultura cobrara renombre,
habitantes de Toscana, retaron a griegos y romanos, incluso, fueron capaces
algunos etruscos de gobernar el poderosísimo imperio romano, el cual a su vez
dominó durante mucho tiempo toda Europa, y gracias a la colonización América
también recibió parte de esta milenaria cultura.
Evidentemente
fueron un pueblo poderoso e inclusivo, pero hay algo más de lo que captan
nuestros sentidos, esas respuestas, las buscaremos siempre.
LOS
ETRUSCOS
Los etruscos
fueron un pueblo de la antigüedad cuyo núcleo geográfico fue la Toscana,
Italia, a la cual dieron su nombre. Eran llamados Τυρσηνοί, tyrsenoi, o
Τυρρηνοί, tyrrhenoi (Tirrenos), por los griegos; y tusci, o luego etrusci, por
los romanos; ellos se denominaban a sí mismos rasenna o rašna (Rasenas).
HISTORIA
Desde
la Toscana se extendieron hacia Umbría y por el sur hacia el Lacio y la parte
septentrional de la Campania, donde chocaron con las colonias griegas; hacia el
norte de la península itálica ocuparon la zona alrededor del valle del río Po,
en las actuales regiones de Emilia Romaña, Lombardía y la parte sur del Véneto.
Llegaron
a ser una gran potencia naval en el Mediterráneo occidental, lo cual les
permitió establecer factorías en Cerdeña y Córcega. Sin embargo, hacia el siglo
V a. C. comenzó a deteriorarse fuertemente su poderío, en gran medida al tener
que afrontar casi al mismo tiempo las invasiones de los celtas y los ataques de
griegos y cartagineses. Su derrota definitiva, por los romanos, se vio
facilitada por tales enfrentamientos y por el hecho de que los etruscos nunca
formaron un estado sólidamente unificado sino una especie de débil
confederación de ciudades de mediano tamaño.
El
siglo III a.C. fue un periodo particularmente oscuro para los etruscos, ya que
los romanos, tras someter la mayor parte del centro y sur de la península
Itálica, dirigieron su atención hacia el norte. A su vez, las ciudades etruscas
de Caere (Cerveteri), Tarquinia y Vulci se vieron obligadas a pagar tributo y a
ceder parte de sus territorios a Roma. Apareció la discordia entre la
aristocracia y las insurrecciones de las clases bajas, que condujo al
derrumbamiento total de la estructura social de ciudades como Volsinii
(Bolsena). Al darse cuenta de su situación, varias ciudades etruscas formaron
una alianza con Roma.
Dichas
alianzas vincularon a muchas ciudades etruscas con Roma, de tal manera que las
leyes romanas solían tener repercusiones sobre el pueblo etrusco. Los intentos
de rebelarse contra el poder romano, en un momento en que estaban aliados con
los umbros y los galos, fracasaron. Los lazos entre Roma y Etruria se fortalecieron
en el siglo I a.C., cuando los etruscos aceptaron la oferta de ciudadanía
romana. Sin embargo, su nueva situación pronto se erosionó tras apoyar a la
parte perdedora en las guerras civiles romanas (88-86 a.C.; 83 a.C.). El
vencedor, Lucio Cornelio Sila, se vengó de forma extrema, arrasando ciudades,
tomando posesión de tierras e imponiendo limitaciones sobre los derechos
civiles etruscos.
La
brutalidad de Sila asoló de tal forma a los etruscos que sus posteriores
intentos de sublevación fueron insignificantes. Un siglo después, el emperador
Augusto envió nuevos colonos a Etruria. Éstos trabajaron con los etruscos y
aceleraron la romanización de la región.
En
cierto modo predecesora de Roma y heredera del mundo helénico, su cultura
(fueron destacadísimos orfebres, así como innovadores constructores navales) y
sus técnicas militares superiores hicieron de este pueblo el dueño del norte y
centro de la Península Itálica desde el siglo VIII a. C. hasta la llegada de
Roma. Hacia el 40 a. C., las diferentes ciudades de Etruria (nombre del país de
los etruscos) perdieron su independencia política y se convirtieron en parte
del territorio de la Roma republicana (con todo, la presencia etrusca fue
siempre destacada, los últimos tres reyes de Roma fueron etruscos).
Los
orígenes de los etruscos nunca han estado claros. Se pueden destacar cuatro
teorías al respecto:
1. La teoría orientalista, propuesta por Heródoto, que
cree que los etruscos llegaron desde Lidia hacia el siglo XIII a. C. Para
demostrarlo se basa en las supuestas características orientales de su religión
y costumbres, así como en que se trataba de una civilización muy original y
evolucionada, comparada con sus vecinos.
2. La teoría autóctona, propuesta por Dionisio de
Halicarnaso, que consideraba a los etruscos como oriundos de la Península
Itálica. Para argumentarlo, esta teoría explica que no hay indicios de que se
haya desarrollado la civilización etrusca en otros lugares y que el estrato
lingüístico es mediterráneo y no oriental.
3. Teoría de un origen «nórdico», defendida por muchos
a finales del siglo XIX y primera mitad del XX; se basa sólo en la similitud de
su auto denominación (rasena) con la denominación que los romanos dieron a
ciertos pueblos celtas que habitaban al norte de los Alpes, en lo que actualmente
es el Este de Suiza y Oeste de Austria: los ræthii o réticos, tal origen
supuesto sólo en parofonías está ya descartado.
4. La teoría actualmente más fundamentada viene a ser,
en cierto modo, una mezcla de la de Heródoto y la de Dionisio de Halicarnaso:
habrían llegado inmigrantes orientales los cuales fueron influidos por los
nativos, o los nativos influyeron a los inmigrantes del este. Se considera, por
varios rasgos culturales (por ejemplo, el alfabeto), un fuerte influjo cultural
derivado de alguna migración procedente desde el suroeste de Anatolia hacia el
centro de Italia. Tal influjo cultural se habría extendido sobre pueblos
autóctonos ubicados en lo que actualmente es la Toscana.
ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y SOCIAL
Políticamente,
Etruria se conforma en federaciones de 12 ciudades unidas por lazos
estrictamente religiosos, lo que es llamado Dodecápolis, o Liga etrusca
(Arretium (Arezzo), Caere (Cerveteri), Clusium (Chiusi), Cortona, Perusia
(Perugia), Populonia, Rusellae (Roselle), Tarquinii (Tarquinia), Veii (Veyes),
Vetulonia, Volaterrae (Volterra) y Vulci), a la que se sumarían la Etruria padana y la Etruria campana, pero esta alianza no es política, ni militar y
cada ciudad es en extremo individualista.
La
estructura política es, en un principio, la de una monarquía absoluta, donde el rey (lucumo) distribuye justicia,
actúa como sumo sacerdote y comandante en jefe del ejército. A partir del siglo
IV a.C. se da una transición donde el gobierno es una dictadura de corte militar, la cual desemboca en una República, en esencia
oligárquica, con magistraturas colegiadas, donde gobierna el hombre más anciano
(llamados lucumones) perteneciente a la familia más rica, quien contaba con el
apoyo de un senado fuerte y estable y la participación de una asamblea popular
en representación del pueblo. Dominaron como pueblo el Mediterráneo casi dos
siglos.
En la pirámide social
etrusca podemos distinguir cuatro escalafones:
- En primer lugar estaban los terratenientes,
miembros de la oligarquía.
- Plebe libre, ligada por lazos de clientela a
los anteriores.
- Extranjeros, generalmente griegos, que eran
artesanos y mercaderes.
- Por último, esclavos. Los etruscos tenían una
gran cantidad de servicio doméstico y agrario.
¿Imperio o no Imperio?
Historiadores
como Raymond Bloch o León Homo denominan a los tirrenos la primera experiencia
unificadora de Italia, comparándola con la experiencia del Imperio Romano, le
dieron la categoría de Imperio. Así mismo, Tito Livio - historiador
romano - habla de que antes de que Roma conquistara a los diversos pueblos que
habitaban y hacían de las tierras italianas su hogar, ya los etruscos extendían
sus territorios entre los Mares Tirreno y Adriático, además de obtener recursos
gracias a ciudades ubicadas en las regiones de la Padana y la Campania.
Considerando
Imperio como un ente político que domina a otros pueblos en sus
actividades más importantes como la política, la economía y militar, entre
otras, y bajo la guía de un emperador, cuya figura detenta un poder absoluto.
Por lo tanto, bajo esta definición, los etruscos no deberían ser considerados
un imperio debido a su organización política en ciudades-estado, cada una de
las cuales —las pertenecientes a la liga— pasaron de una monarquía a una
república oligárquica.
Sin
embargo, no se puede encasillar en este concepto en a la civilización como tal,
es decir, no se le puede dar este título a la liga etrusca, pero no se puede
hablar de la misma manera sobre las ciudades de forma individual, ya que estas
poseían colonias y conquistaron territorios logrando establecer su jurisprudencia,
sus formas políticas y su organización social a cada espacio en el cual se
establecieron.
La familia y el papel
de la mujer
Tanto
los griegos como los latinos consideraron «promiscua» y «licenciosa» a la
cultura etrusca, tales opiniones se debieron al contraste de la situación
social de la mujer entre los etruscos, mucho más libre que entre griegos y
romanos; hay que recordar que entre helenos y latinos las mujeres estaban
absolutamente subordinadas a los varones.
La
mujer etrusca, al contrario de la griega o de la romana, no era marginada de la
vida social, sino que participaba activamente tomando parte en los banquetes,
en los juegos gimnásticos y en los bailes, y sobre todo ayudaban en las labores
de la vía pública.
La
mujer además tenía una posición relevante entre los aristócratas etruscos,
puesto que estos últimos eran pocos y a menudo estaban involucrados en la
guerra: por esto, los hombres escaseaban. Se esperaba que la mujer, en caso de
muerte del marido, asumiría la tarea de asegurar la conservación de las
riquezas y la continuidad de la familia. También a través de ella se transmitía
la herencia.
Líderes etruscos
conocidos
- Usuini (en Clusium) probablemente a principios
del siglo XI a. C.
- Mezentius 1100 a. C.
- Lausus (en Caere)
- Tyrsenos
- Velsu siglo VIII a. C.
- Larthia (en Caere)
- Arimnestos (en Arimnus)
- Lars Porsena (en Clusium)
finales del siglo VI a. C.
- Thefarie Velianas (en Caere)
finales del siglo V a. C. – principio del siglo IV a. C.
- Aruns (en Clusium) hacia el 500 a. C.
- Volumnius (en Veii) a mediados del siglo
IV a. C.–437 a. C.
- Lars Tolumnius (en Veii)
finales del siglo IV a. C.–428 a. C.
- Lucius
Tarquinius Superbus
(siglo IV a. C.)
ECONOMÍA
Económicamente, Los etruscos
fueron influidos por los comerciantes del este del Mediterráneo que se dirigían
hacia la península Itálica. Hay pruebas de que los fenicios fueron los primeros
en llegar, posiblemente en el siglo VIII a.C. Buscaban materias primas, tales
como metales no refinados y quizá madera y cuero, los cuales intercambiaban por
productos elaborados de Oriente Próximo. Con el tiempo, los comerciantes
griegos, establecidos en Pithekoussai, comenzaron a desafiar la supremacía
mercantil fenicia. Hacia el 625 a.C. vasijas fabricadas en Corinto llenaron los
mercados etruscos. A finales de los siglos VI y V a.C. las vasijas áticas
eclipsaron los artículos de Corinto, lo que incluye obras maestras reconocidas
de vasijas pintadas griegas, posiblemente intercambiadas por utensilios
etruscos de bronce que los atenienses creían valiosos.
En el siglo VI a.C., la red
mercantil etrusca incluía intercambios con la Galia, así como con la región de
Tartessos y con Ampurias, en la península Ibérica. Muchas de las guerras y
alianzas llevadas a cabo por las ciudades etruscas después del siglo V a.C. se
realizaron por razones económicas.
RELACIONES
CON OTROS PUEBLOS (ALIADOS Y ENEMIGOS)
Los etruscos eran un pueblo
netamente comerciante desde el inicio hasta el final de su civilización,
principalmente marítimo, aunque también terrestre. Por otro lado, sus tierras
se vieron invadidas varias veces por pueblos bárbaros ya que sus ciudades eran
muy ricas y codiciadas, eran paso obligado hacia las fértiles tierras de la
Campania y para llegar a Roma (como ocurrió, por ejemplo, con la invasión de
Aníbal).
En un principio se aliaron
y repartieron las zonas de influencia marítima con los fenicios, en contra de
los helenos. Hacia el siglo IV a. C. estrecharon relaciones con Corinto y cesó
la hostilidad con los griegos. Sin embargo, en el 545 a. C. se aliaron con los
cartagineses nuevamente contra los griegos.
En cuanto a lo continental,
tuvo numerosos enemigos. Desde un principio, la Liga Latina (con Roma de aliada
o a la cabeza de la misma), en el Lacio; en la Campania los samnitas; en las
costas e islas los siracusanos y cumitas y en las llanuras del Po los pueblos
celtas serán enemigos de Etruria. Solo conservarán como aliado incondicional
durante toda la historia de esta civilización a los faliscos, pueblo asentado
al oeste del Tíber.
Hacia el 300 a. C. se
aliaron con los helenos en contra de cartagineses y romanos, por el control de
las rutas comerciales.
Hacia el 295 a. C. una liga
de etruscos, sabinos, umbros y galos cisalpinos combatió contra Roma, saliendo
esta última victoriosa. Sin embargo, en sucesivas alianzas temporales con los
galos continúan luchando contra los romanos, hasta que una alianza con Roma
contra Cartago tiene lugar. Tras esto, los etruscos, ya en decadencia,
comienzan a ser absorbidos por los romanos.
LENGUA,
ALFABETO E INSCRIPCIONES
El etrusco es una lengua
aparentemente no emparentada con las lenguas indoeuropeas. Es de destacar que
la fonética es completamente diferente de la del griego o del latín, aunque
influyó en éste en varios aspectos fonéticos y léxicos. Se caracteriza por
tener cuatro vocales que representamos como /a/, /e/, /i/, /o/, reducción de
los diptongos, tratamiento especial de las semivocales. En las consonantes
carecía de la oposición entre sordas y sonoras, aunque en las oclusivas tenía
contraste entre aspiradas y no aspirada.
Lengua
Después de la conquista
romana de Etruria, la lengua etrusca cayó en desuso. Dionisio de Halicarnaso
reconoció en el siglo I a.C. esa lengua como distinta a cualquier otra,
notando una dificultad que desde entonces ha dificultado la traducción de los
fragmentos sobrevivientes. Aunque el conocimiento de la lengua etrusca aún es
muy limitado, los eruditos la han clasificado como lengua no relacionada con la
familia de lenguas indoeuropeas. Los lingüistas han hecho algunos progresos
descifrando las inscripciones de las tumbas, que representan la mayoría de las
muestras existentes de la escritura etrusca. Tomando claves de los motivos
importantes de las sepulturas y pinturas que decoran las tumbas, se han
identificado muchos nombres propios de personajes históricos y religiosos.
También han obtenido el posible significado de muchas otras palabras, usando el
método criptográfico de probar la conveniencia de una interpretación particular
de una palabra en todos los lugares en los que aparece. La lengua etrusca
frecuentemente se cita como el ejemplo clásico de determinados problemas en el
desciframiento.
El alfabeto etrusco contenía
26 letras en la primera forma conocida, y 20 en su forma más tardía. En cierto
modo se parece al alfabeto griego, pero el vocabulario y la gramática de las
dos lenguas son diferentes. El alfabeto romano, con modificaciones, deriva del
etrusco.
Alfabeto
El etrusco utilizaba la
variante calcídica del alfabeto griego, por lo que puede ser leído sin
dificultad, aunque no comprendido. De este alfabeto griego básico algunas de
las letras no son utilizadas en etrusco (oclusivas sonoras) y además se le
añade un grafema para /f/ y la digamma griega se utiliza para el fonema /v/
inexistente en griego.
Inscripciones
Las principales evidencias
de la lengua etrusca son epigráficas, que van desde el siglo VII a. C. (se dice
que los etruscos empezaron a escribir en el siglo VII a. C. pero su gramática y
su vocabulario difieren de cualquier otro del mundo antiguo) hasta principios
de la era cristiana. Conocemos unas 10000 de estas inscripciones, que son sobre
todo breves y repetitivos epitafios o fórmulas votivas o que señalan el nombre
del propietario de ciertos objetos. Aparte de este material contamos con
algunos otros testimonios más valiosos:
1. El
Liber Linteus o Texto de Agram es el texto etrusco más largo con 281 líneas y
unas 1300 palabras. Escrito en un rollo de lino, posteriormente fue cortado a
tiras y utilizado en Egipto para envolver el cadáver momificado de una joven
mujer; se conserva actualmente en el museo arqueológico de Zagreb
(probablemente cuando esto sucedió se consideraba que tenía más valor el rollo
de lino que el propio texto, que paradójicamente hoy es nuestro mejor
testimonio de la lengua; tal vez si no hubiera sido conservado como envoltura
ni siquiera habría llegado hasta nosotros).
2. Algunos
textos sobre materiales no perecederos como una tablilla de arcilla encontrada
cerca de Capua de unas 250 palabras, el cipo de Perugia escrito por dos caras y
con 46 líneas y unas 125 palabras, un modelo de bronce de un hígado encontrado
en Piacenza (unas 45 palabras).
3. Aparte
de estos testimonios tenemos dos inscripciones interesantísimas más: la primera
de ellas es la inscripción de Pyrgi, encontrada en 1964, sobre láminas de oro
que presenta la peculiaridad de ser un texto bilingüe en etrusco y
púnico-fenicio y que ha ampliado considerablemente nuestro conocimiento de la
lengua. La segunda de las inscripciones, resulta algo intrigante, ya que fue
encontrada en la isla de Lemnos (N. del mar Egeo, Grecia) de unas 34 palabras,
y que parece escrita en un dialecto diferente de los encontrados en Italia, tal
vez esto sea sintomático de la presencia de colonias etruscas en otros puntos
del mediterráneo o bien se trate como otros autores sostienen de una lengua
hermana del etrusco, el lemnio, aunque se considera que la presencia de una
sola inscripción no nos aclara gran cosa.
Seguramente la inscripción
de Pyrgi es la única inscripción etrusca razonablemente larga que podemos
traducir o interpretar convenientemente gracias a que el texto púnico que
parece ser una traducción casi exacta del texto etrusco es perfectamente
traducible. Con respecto al acceso a las inscripciones: la mayoría de
inscripciones etruscas conocidas y publicadas se hallan recogidas en el Corpus
Inscriptionum Etruscarum (CIE).
ARTE
Es de
destacar el arte funerario y su relación en la pintura y escultura,
destacándose sus terracotas y la talla de una piedra local llamada
"nenfro". Desarrollaron una importante industria orfebre, trabajaron
el bronce, su metalurgia se caracteriza por sus grabados, graneados, filigranas
y repujados, en relación a la coroplastia crearon el
estilo Bucchero en cerámica.
Todos estos productos fueron base para la exportación tanto hacia el norte de
Europa como hacia Oriente. Otro punto importante es la pintura donde varias
escuelas produjeron frescos admirables, pero la misma tiene temas marcadamente
narrativos, anecdóticos y principalmente funerarios. Aunque el arte etrusco,
como otras artes del Mediterráneo Occidental, se vio influido fuertemente por
el arte de la Grecia Clásica y el magnificente arte helenístico, guarda
características singulares, el arte etrusco muy relacionado a los rituales
funerarios legó a Roma un extraordinario naturalismo en cuanto a la
representación de rostros: los bustos son prácticamente una invención etrusca, el busto
propiamente dicho, realizado en bronce fundido, difiere del "busto"
griego, en éste último la persona retratada suele estar idealizada, no así en
el genuino busto etrusco. Los colores preferidos en la pintura por los etruscos
fueron el rojo, verde y el azul, al parecer porque les asignaban connotaciones
religiosas.
Entre
las obras más destacables se encuentran:
- El Apolo de Veyes escultura del dios Apolo
del siglo VI a. C. encontrada en el templo/santuario en honor a
la diosa Minerva de Portonaccio.
- La Quimera de Arezzo:
fechada entre 380 y 360 a. C. La quimera, según la mitología romana, fue
abatida por Belerofonte, a lomos de su caballo Pegaso.
Tras su descubrimiento en 1553
se convirtió en símbolo de la toscana (ver Quimera de Arezzo).
- Loba Capitolina o Lupa Capitolina: esta célebre
escultura ha llegado en cierto modo a ser un símbolo de Roma, sin embargo
todo indica que es una obra etrusca del s. IV a. C., en cuanto a
los dos niños que representan a Rómulo y Remo, téngase en cuenta que
fueron forjados y añadidos en el s XVI.
- El llamado Marte de Todi, escultura de un guerrero armado de un modo
semejante al de los hoplitas griegos, aunque el armamento (tipo de coraza
etc.) es en lo real, etrusco.
- L'Arringatore (el orador): fechada entre el siglo II
y el siglo I a. C. Al parecer representa a un noble llamado Aule
Meteli, pero se desconoce quién era.
- El sarcófago de los esposos: fechada hacia el 520 a. C. Fue encontrada en una necrópolis en
Cerveteri. Construido en terracota, la tapa del sarcófago representa una
pareja recostada en un triclinio.
- El Frontón de
Talamone,
frontón con relieves de terracota de un templo etrusco del siglo II a. C..
Arquitectura
En las construcciones de
viviendas se utilizaba el adobe, con estructura de madera y revestimiento de
barro cocido y en los templos la piedra. Conocían el arco de medio punto, la
bóveda de cañón, y la cúpula, elementos que utilizaron –entre otras cosas– para
la construcción de puentes. También construyeron canales para drenar las zonas
bajas, levantaron murallas defensivas de piedra pero, sobre todo, destacó la
arquitectura funeraria, en forma de impresionantes hipogeos. Los templos
estaban inspirados en el modelo griego, aunque presentaban notables
diferencias: solían ser más pequeños, de planta cuadrangular, cerrados, sin
peristilo, sólo con una hilera de columnas del orden llamado
"toscano" a modo de los pronaos griegos, y el altar estaba sobre un
foso llamado por los latinos mundus —limpiadero, purificador— (la palabra
quizás es de origen etrusco), es decir, un orificio que, simbólicamente,
serviría para arrojar los restos de los sacrificios.
Escultura
Los etruscos, como la
mayoría de los pueblos antiguos, no estimaban el arte por sí mismo, sino que
construían objetos por razones utilitarias o religiosas. Como resultado,
prácticamente no se conocen artistas por su nombre y existen pocas muestras de
arte estrictamente público o civil, aparte de las grandes esculturas en piedra
que han durado hasta nuestros días. Es más, el arte etrusco, aunque compartía
características generales, se diferencia claramente de una ciudad a otra,
reflejando la independencia política de cada una.
Las obras etruscas más
famosas son de terracota o arcilla cocida, y esto incluye esculturas en tapas
de sarcófagos, como por ejemplo una pareja yacente de esposos (finales del
siglo VI a.C., actualmente en la Villa Giulia, en Roma) de Caere (Cerveteri),
obras de templos, como revestimientos para proteger la madera, los tejados y
las esculturas frontales. Los artistas de Vulci sobresalieron esculpiendo
imágenes de nenfro, una piedra caliza local, de la cual son representativas las
esfinges y el León Alado de Roma. Como se suponía, los etruscos eran
excepcionales trabajadores del bronce. La Loba (hacia el 500 a.C., actualmente
conservada en el Museo Capitolino, en Roma) y la Quimera de Arezzo (siglos V-IV
a.C., hoy en el Museo Arqueológico de Florencia) son muestras excelentes de la
escultura zoomórfica en bronce; la estatua de tamaño natural del orador Aulo
Metelo, conocida como el Arringatore (siglo I a.C., Museo Arqueológico de
Florencia), figura como una de las estatuas de bronce más admirables de su
época.
Pintura
Las pinturas etruscas que
nos han llegado consisten principalmente en frescos sobre paredes de piedra y
sobre techos de tumbas, en particular en las de Tarquinii (Tarquinia) y en los
alrededores de Clusium (Chiusi). También existen algunas placas pintadas. En
los frescos del primer periodo (siglos VI-V a.C.) el dibujo es fuerte, los
colores brillantes y uniformes. Las figuras son estilizadas, pesadas y
frecuentemente perfiladas en negro. Algunos frescos tienen temas religiosos,
como es el caso de cuatro losas encontradas en Caere (hacia el 550 a.C.,
actualmente en el British Museum, Londres), o de la literatura griega, tales
como las escenas de la vida de Aquiles en la llamada tumba de los Toros
(530-520 a.C.) en Tarquinia. La mayoría de los frescos de Tarquinia son
descripciones realistas de los juegos, bailes, música y banquetes que
acompañaban a los funerales etruscos, como los de la tumba llamada de los
Augures (520-510 a.C.) y los que aparecen en la denominada tumba de Triclinio
(480-470 a.C.).
Las tumbas más tardías del
siglo IV a.C. en adelante, influidas por el arte helenístico y el declive del
poder etrusco, fueron más realistas en estilo y notablemente pesimistas. Las
escenas sangrientas de guerra son habituales, como en la tumba François
(finales del siglo IV a.C.) en Vulci (cerca de Tarquinia), y también aparecen
demonios espantosos de la tierra de la muerte, como en la tumba del Ogro (siglo
II a.C.) en Tarquinia.
RELIGIÓN
Existen ciertas analogías
con religiones orientales (especialmente con la de la región de
Sumeria y Caldea e incluso la egipcia).
El tipo de religión es de
revelación, y está plasmada en una serie de libros sagrados, los cuales tienen
temas tales como la interpretación de los rayos, la adivinación, la rectitud
del estado y de los individuos y hasta un análogo del Libro de los Muertos egipcio.
Todo el compendio religioso es conocido como "Doctrina Etrusca". Ésta
se dividía en "Doctrina Teoría" y "Preceptos Prácticos", y
estaba dedicada a la búsqueda de la interpretación de prácticamente todo fuera
de lo común para predecir el porvenir.
Los sacerdotes se
denominaban arúspices, y siempre tuvieron una posición de privilegio en la
sociedad. Los arúspices se especializaban en interpretar lo que consideraban
diversos signos proféticos: la adivinación a partir de la observación de los
hígados de animales sacrificados, la creencia en que se podía adivinar el
futuro observando los rayos (ceraunomancia) u otros meteoros, y la
interpretación con intenciones adivinatorias de los vuelos de las aves.
Existían rituales de todo tipo, tanto dirigidos al estado como a los
individuos, extremadamente minuciosos y formales, al punto tal que son tomados
como ciencia.
El panteón de dioses
etrusco está íntimamente ligado a la influencia mitológica griega, de ahí que
se adore a homólogos griegos, aunque formen una tríada, similar a la
Cretomicénica. La más importante fue: Tinia (Zeus), Uni (Hera) y Menrfa
(Atenea), que se veneraban en templos tripartitos. También existía la creencia
en la existencia de demonios maléficos, al modo asirio.
Los etruscos creían en la
vida de ultratumba, de ahí las manifestaciones de gran importancia en los
lugares de enterramiento.
Es importante destacar que
lo sagrado intervino ininterrumpidamente en sus vidas y su presencia agobiaba
sus espíritus y corazones, aunque un modo de paliar o atenuar esto fue una
moral que resultaba «licenciosa» a los griegos y romanos. Es casi con seguridad
que de los etruscos tomaron los romanos la noción de «circo» ya no para
representaciones teatrales sino para luchas entre gladiadores: en efecto, entre
los etruscos estas luchas solían formar parte de sacrificios fúnebres a sujetos
de la élite, o una «diversión» realizada con los prisioneros de guerra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario